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'La Bestia', el latino que se convirtió en uno de los peores asesinos en serie de niños en la historia

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Fue responsable de la muerte de más de 190 menores de edad, lo que estremeció al país y expuso profundas fallas en la protección de la infancia.
'La Bestia', el latino que se convirtió en uno de los peores asesinos en serie de niños en la historia

Luis Alfredo Garavito Cubillos es el nombre del asesino que confesó haber matado, violado y torturado a más de 190 niños en Colombia, durante la década de 1990. Las autoridades forenses estiman que la cifra real de víctimas podría superar los 200 menores.

Su crueldad y la magnitud de sus crímenes lo convirtieron en uno de los peores asesinos en serie de la historia contemporánea. Apodado 'La Bestia', Garavito fue arrestado en 1999, tras una extensa investigación policial que reveló una cadena de crímenes cometidos en al menos once departamentos de Colombia.

En 2001, el criminal recibió una sentencia acumulada de más de 1.800 años de prisión, aunque en la práctica, la legislación colombiana limita cualquier pena a un máximo de 40 años de reclusión. "Yo les quiero pedir perdón por todo lo que hice y voy a confesar. Sí, yo los maté y no solo a esos, maté a otros más", confesó durante una audiencia judicial.

Debido a su colaboración con las autoridades y su comportamiento en prisión, la condena fue reducida a 22 años, lo que generó un amplio rechazo social y avivó el debate sobre la necesidad de reformas penales.

Garavito murió el 12 de octubre de 2023, a los 66 años, en la ciudad de Valledupar, en el norte de Colombia. Estaba internado en una clínica local bajo custodia del sistema penitenciario, debido al avance de un cáncer terminal de esófago y una leucemia linfática crónica.

Una infancia marcada por la oscuridad

Nació en enero de 1957 en Génova, un pueblo del departamento de Quindío, en el seno de una familia pobre y violenta. Fue el mayor de siete hermanos y creció entre maltratos, abusos físicos y psicológicos.

Según diversos perfiles criminológicos, desde pequeño fue objeto de burlas tanto en su hogar como en la escuela, lo que generó en él una mezcla de odio, aislamiento y deseos de venganza.

El criminólogo Jesús Herranz-Bellido explicó que Garavito desarrolló un trastorno antisocial de la personalidad con rasgos psicopáticos, entre ellos manipulación, ausencia de empatía, impulsividad y egocentrismo. Obtuvo 32 sobre 40 en la escala de psicopatía de Hare (PCL-R), una herramienta clínica y forense que evalúa el grado de psicopatía en una persona, especialmente en entornos penitenciarios, psiquiátricos o judiciales, lo que sitúa al criminal en el rango de psicopatía severa.

A los 12 años, sufrió abusos sexuales reiterados por parte de un vecino. Tiempo después, fue nuevamente violado por un conocido de su padre. En entrevistas concedidas desde prisión, Garavito reconoció que estas experiencias moldearon su visión distorsionada del mundo y de la sexualidad.

El método: camuflaje, engaño y horror

Durante más de una década, Garavito recorrió diferentes regiones de Colombia haciéndose pasar por monje, vendedor ambulante, indigente o voluntario de falsas fundaciones benéficas. Así lograba ganarse la confianza de niños siempre varones entre 6 y 16 años, a menudo en situación de calle o pobreza extrema.

Una vez que los alejaba a zonas despobladas, los ataba, abusaba sexualmente de ellos, los torturaba y finalmente los asesinaba con cortes en el cuello o mutilaciones. En muchos casos, los cuerpos eran encontrados con signos de extrema violencia y sadismo.

Algunos informes forenses indicaron que Garavito regresaba a los lugares donde había dejado los cuerpos, lo que ayudó a las autoridades a establecer patrones.

Garavito fue detenido en abril de 1999 en Villavicencio, cuando fue confundido con un sospechoso de intento de abuso. En su mochila, la policía encontró cuadernos con anotaciones detalladas, mapas, cuerdas, cuchillas y gafas con aumento, una de sus "marcas" particulares. Al poco tiempo, comenzó a confesar voluntariamente sus crímenes.

Durante los interrogatorios, mostró una aparente disposición a colaborar. Llevó a las autoridades a decenas de fosas y ayudó a identificar a algunas de sus víctimas. Esta actitud fue clave para que se le redujera la condena, aunque la sociedad colombiana nunca aceptó del todo ese beneficio legal.

El impacto del caso Garavito provocó un profundo debate nacional sobre la necesidad de reformar el sistema penal colombiano. Muchas voces pidieron cadena perpetua o pena de muerte para crímenes de esta magnitud, aunque Colombia prohíbe ambas por mandato constitucional.

También encendió alertas sobre el abandono institucional de niños y adolescentes, especialmente en zonas rurales o marginales. Las deficiencias en el control estatal, la falta de protección social y el miedo de las comunidades facilitaron que Garavito actuara durante años sin ser detenido.

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