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Cientos de millones de católicos celebran la beatificación de Juan Pablo II

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Este 1 de mayo el papa Benedicto XVI ha celebrado la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, paso necesario entre los católicos en el camino de la canonización del expapa fallecido el 2 de abril de 2005 tras un pontificado de 27 años.

Este 1 de mayo el papa Benedicto XVI ha celebrado la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, paso necesario entre los católicos en el camino de la canonización del expapa fallecido el 2 de abril de 2005 tras un pontificado de 27 años.

Unos 300.000 peregrinos de todo el mundo acudieron a la Plaza de San Pedro para ser testigos privilegiados de la ceremonia más importante de 2011 para la Iglesia católica.

Tres días de actos solemnes han antecedido al esperado evento. El cardenal Agostino Vallini, vicario de Roma, junto al alcalde de la ciudad, Gianni Alemanno, presentaron una amplia programación de actividades que se celebran entre el 30 de abril y el 2 de mayo. "Durante tres días Roma mostrará su mejor rostro. Toda la ciudad, sin excepción, lo recuerda como a un padre. Visitó 301 de las 313 parroquias romanas", declaró Alemanno.

Hoy el ataúd con los restos de Juan Pablo II, sacado el viernes de la tumba de las Grutas Vaticanas, fue trasladado hacia el Altar de la Confesión de la basílica de San Pedro para que los fieles pudieran venerarlo una vez beatificado por Benedicto XVI.

La Oficina de Prensa del Vaticano informó de que la reliquia que estaba disponible para la veneración de los fieles durante la ceremonia es una ampolla con una muestra de sangre del fallecido pontífice. En la víspera, el Vaticano hizo hincapié en que "es necesario explicar brevemente el origen de esta reliquia", y comunicó que en los últimos días de la enfermedad de Juan Pablo II los médicos le realizaron varias extracciones de sangre para en caso de que hiciera falta una nueva transfusión.

El Vaticano, el día antes del evento histórico

Una imagen de un anciano Juan Pablo II proyectada en varias pantallas gigantes en el Circo Massimo de Roma dio comienzo anoche a la vigilia de oración. La mayoría de las iglesias en la parte histórica de Roma permaneció abierta después del servicio solemne que comenzó con el himno 'Abre las Puertas a Cristo' y terminó con una oración final del Papa Benedicto XVI.

Desde primeras horas de la madrugada, incluso antes de que se abrieran las entradas a la plaza de San Pedro, miles de fieles, entre ellos polacos, latinoamericanos, españoles, italianos y franceses, hicieron fila para tener el privilegio de ver cómo por primera vez en mil años un papa iba a ser beatificado por su sucesor.

A la ceremonia de beatificación acudieron 88 delegaciones oficiales y 16 jefes de Estado. Entre las importantes personalidades estaban el príncipe de Asturias, el presidente mexicano, el primer ministro francés, el primer ministro italiano, la primera dama de la República Dominicana y, por supuesto, las altas autoridades eclesiásticas.

La presencia del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, era especialmente polémica debido a que en el año 2002 fue reconocido 'persona non grata' por la Unión Europea por sus "asesinatos, violencias, intimidaciones y fraude electoral". Sin embargo, sigue manteniendo relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

Juan Pablo II se convierte en el décimo papa beato de la historia

La Misa solemne se inició con Benedicto XVI que, vestido con la casulla y la mitra de Juan Pablo II, prendió el incienso del altar para convertirlo en lugar sagrado. Unos minutos después en el balcón central de la Basílica de San Pedro se descubrió un inmenso retrato de Juan Pablo II, lo que dio comienzo oficial a la beatificación más multitudinaria de la historia del Vaticano.

La reliquia de Juan Pablo II fue llevada al sagrado altar por la hermana Marie Simon Pierre, milagrosamente curada de la enfermedad de Parkinson por intercesión del Pontífice, y por sor Tobiana Sobodka, la religiosa y enfermera que cuidó a Juan Pablo II durante tres décadas y escuchó sus últimas palabras que al parecer fueron "Dejadme ir a la Casa del Padre".

Benedicto XVI comenzó su homilía con el saludo a todos los peregrinos y telespectadores, y el manifiesto de su profunda alegría debido a que la beatificación tiene lugar en el primer día del "mes mariano, bajo la mirada maternal de María, aquella que, con su fe, sostuvo la fe de los apóstoles, y sostiene continuamente la de sus sucesores". A continuación, el Pontífice habló de la vida sagrada de Juan Pablo II. El final de su homilía fue para agradecer a Dios por haber podido trabajar con su predecesor y mencionar el último testimonio de este.

A la consagración, el momento más solemne de la misa, precedió el canto del pontífice de la plegaria eucarística. Por un momento la plaza de San Pedro, inundada por abigarrados paraguas debido a un sol ardiente, quedó petrificada y silenciosa. Juan Pablo II se convirtió oficialmente en el décimo papa beato de la historia y el primero en toda la historia del Vaticano en ser proclamado por su sucesor.

Cientos de miles de católicos, agrupados en la Plaza de San Pedro y sus alrededores, recibieron la comunión distribuida por el papa y 800 sacerdotes. Al final de la ceremonia solemne, Benedicto XVI saludó en castellano a las delegaciones oficiales de España y Latinoamérica y "a los peregrinos de lengua española", recordando que "el nuevo beato recorrió incansable" sus tierras.

La bendición final de Benedicto XVI concluyó la ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, después de la cual el papa entró en la Basílica de San Pedro, seguido por los cardenales con los que ofició la ceremonia, para venerar las reliquias de Juan Pablo II y abrir las puertas de la basílica para todos los fieles.

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