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Seguridad privada: ¿Ejército de mercenarios o contratistas militares?
El rápido desarrollo de la industria de la seguridad privada genera cierta polémica en el marco de los conflictos mundiales. No se sabe a ciencia cierta si este grupo de hombres son soldados que engañan o profesionales responsables: un ejército mercenario o contratistas militares.
Ellos dicen ser un equipo altamente profesionalizado donde pueden ganar unos 500 dólares al día. Oleg Krinitsyn dirige una empresa de servicios de seguridad y, según él, su negocio marcha bien gracias al prestigio mundial de que gozan los agente de seguridad rusos.
Los que están ahí ya han pasado un requisito imprescindible: ser efectivos en el campo de batalla. “La experiencia de combate es obligatoria. Si la persona no ha pasado por operaciones militares, no ha visto la muerte y por lo tanto no podrá valorar tanto la vida humana”, asegura Krinitsyn.
Gran parte del trabajo de estos contratistas rusos consiste en custodiar buques mercantes. Por ejemplo, en las aguas del Golfo de Adén se concentra gran parte del peligro, pues es la zona donde los temidos piratas somalíes atacan las embarcaciones y a su tripulación.
Pero los conflictos vigentes en el mundo, como la invasión militar en Irak y Afganistán, y el escándalo que involucró a la compañía estadounidense Blackwater, ha hecho cuestionar la función de estos contratistas.
“En primer lugar, no hay documentos jurídicos internacionales que controlen sus actividades. Tampoco están vinculados con un estado particular, creo que es peligroso. Se está creando una poderosa red de profesionales de alta calidad que pueden cambiar la política de un país o incluso del mundo” explica Leoníd Ivashóv, director de la Academia Geopolítica.
De otro lado se defienden, dicen que se apegan estrictamente a la ley, y que poco tienen que ver con un cuerpo mercenario, pues sólo desempeñan labores que complementan la función de los ejércitos estatales. El profesionalismo es lo suyo, y eso es lo que finalmente importa en un mundo que apuesta cada vez más por la tercerización de los servicios, incluso los militares.
Los que están ahí ya han pasado un requisito imprescindible: ser efectivos en el campo de batalla. “La experiencia de combate es obligatoria. Si la persona no ha pasado por operaciones militares, no ha visto la muerte y por lo tanto no podrá valorar tanto la vida humana”, asegura Krinitsyn.
Gran parte del trabajo de estos contratistas rusos consiste en custodiar buques mercantes. Por ejemplo, en las aguas del Golfo de Adén se concentra gran parte del peligro, pues es la zona donde los temidos piratas somalíes atacan las embarcaciones y a su tripulación.
Pero los conflictos vigentes en el mundo, como la invasión militar en Irak y Afganistán, y el escándalo que involucró a la compañía estadounidense Blackwater, ha hecho cuestionar la función de estos contratistas.
“En primer lugar, no hay documentos jurídicos internacionales que controlen sus actividades. Tampoco están vinculados con un estado particular, creo que es peligroso. Se está creando una poderosa red de profesionales de alta calidad que pueden cambiar la política de un país o incluso del mundo” explica Leoníd Ivashóv, director de la Academia Geopolítica.
De otro lado se defienden, dicen que se apegan estrictamente a la ley, y que poco tienen que ver con un cuerpo mercenario, pues sólo desempeñan labores que complementan la función de los ejércitos estatales. El profesionalismo es lo suyo, y eso es lo que finalmente importa en un mundo que apuesta cada vez más por la tercerización de los servicios, incluso los militares.
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